El escritor y su gato compartiendo soledades

El escritor y su gato compartiendo soledades
Los infiernos del escritor

jueves, 9 de julio de 2015

Mendigos de Buenos Aires






Entre poetas y mercaderes,
sospechosos e inmolados
yacen grises los mendigos
en busca del sol y el pan.
Tallan lutos y fortunas,
siembran tercos su ruindad
celosos por la ignominia
de una vida que no es tal.
Vaya capricho divino,
sortilegio celestial,
no me mires, no te pido,
que te acerques a danzar.
Muerto de miedo me miras,
muerto por náuseas te vas
soy presencia y te repugna,
mi escultura no es tu paz.
Puentes y sumideros
dan cobijo a nuestras prosas
fantasías que el averno
necesita conjugar;
el espanto bienvenido
da placer con su presencia
una calle, una crecida,
pajonales y a rezar.
Suena un tango de Piazzolla
y alguien que prende un negro
azul nocturno de humareda
melodía de alquitrán,
aromas de serenatas
silenciados hace tiempo
y la parca que atesora
su precursora piedad.
Entre mendigos sabemos
de anzuelos y profecías
conocemos de la vianda
que el hombre viene a dejar,
nunca nadie se cuestiona
ni jamás cuestionarán
cuánto de perro y de hombre
se tumban en su zaguán.
Bajo el fanal de la plaza
y cargando filantropía
de un Macedonio olvidado
damos cuenta a viva voz,
el profeta exhibe dotes
de poeta y de cantor
los demás somos silencio,
nitidez y sumisión.
El mendigo no protesta,
asume su domicilio
no pregunta si el suicidio
maquilla una solución,
la denuncia recurrente
del vecino bien pensante
no tolera en su paisaje
lo gravoso de su rol.
Sabio techo el de los crotos:
universo y eternidad
siempre cerca de un mercado
se arroja la humanidad.
Alguna bolsa que queda
con restos a disfrutar
expiación de gentiles
culposos de inequidad.
Cabeceo entre fardeles,
entre bolsones y harapos
no le pido a la penumbra
caricias, comodidad,
embelecos fantasiosos
cuestas sin escalar,
y un barcino que lamenta
mi esperma de soledad.
Somos mendigos que el tiempo
no ha intentado licenciar
réprobos del ostento
escorias a descartar
banalidad del urbano
que acostumbra simular
vilezas que por comunes
se decretan ignorar.